Ultimamente todo lo referente a cine se ha centrado en películas de acción como La liga de la Justicia (Snyder's cut) o Kong vs. Godzilla, sin embargo para quienes prefieren otro tipo de largometrajes, recientemente, o quizás no tanto, la plataforma Netflix, estrenó una película de manufactura española, francesa y argentina, llamada AKELARRE (así con K, no entiendo porqué), dirigida por Pablo Agüero y con una hermosa fotografía a cargo de Javier Aguirre, nada que ver, por cierto, con cierto ex-futbolista mexicano. Un atrevido vistazo al tiempo de la caza de brujas por parte de la Santa Inquisición, una de las más nefastas, violentas, e intolerantes instituciones de la religión católica (en fin, la hipocresía).
La película se centra en el País Vasco en el año 1609 y cuenta la historia de seis chicas (interpretadas por actrices primerizas con una proyección de expertas), quienes en la alegría de la adolescencia, cantan, bailan y ríen en el bosque, expresiones que son interpretadas por los machos estúpidos e ignorantes de la época como brujería, así que son puestas en prisión e interrogadas por Pierre de Lancre (Álex Brendemühl) para que confiesen sus acercamientos sexuales con el maligno.
Las chicas deciden, para ganar tiempo, contar una serie de invenciones que provocan no solo la curiosidad morbosa de sus captores, sino incluso, dentro de la oscuridad de la trama, momentos de risa cuando al inquisidor principal se le prende la entrepierna ante la muy gráfica y cachonda actuación de Ana (interpretada magníficamente por Amaia Aberasturi), relatando su apareamiento con el demonio.
Una deliciosa bofetada feminista en el hocico de la represión e ignorancia propia del machismo, no sólo de esos tiempos oscuros, sino incluso aplicable a la actualidad. El final es sorprendente, definitivamente vale la pena invertir esos 90 minutos que dura esta cinta. Por cierto, si alguien te pregunta cómo supiste de ella, no olvides decir "me lo dijo Saula".